Una nueva investigación de la Universidad Estatal de Arizona advierte sobre los errores comunes al interpretar el lenguaje emocional canino. Pepe Bolaño, comportamentalista canino y miembro de la RSCE, explica por qué entender a nuestros perros no es tan fácil como creemos.
Aunque los perros han desarrollado una gran capacidad para entendernos, los humanos seguimos teniendo dificultades para interpretar sus emociones. Un estudio de la Universidad Estatal de Arizona revela que muchos dueños malinterpretan a sus mascotas por un sesgo que los lleva a proyectar emociones humanas en ellas. Pepe Bolaño, comportamentalista canino y miembro de la Comisión de Bienestar de la Real Sociedad Canina de España (RSCE), advierte que entender a nuestros perros no es tan sencillo como pensamos.
Durante unos 30.000 años de convivencia con el ser humano, el perro ha desarrollado una notable capacidad para interpretar nuestro lenguaje corporal y emocional, una habilidad que ha sido clave para su supervivencia. Sin embargo, Pepe Bolaño señala que esto no ha ocurrido en sentido contrario: “los humanos no hemos necesitado adaptarnos a ellos para sobrevivir. Es por ello que nos cuesta mucho más entender su lenguaje corporal.”
¿Qué señales estamos pasando por alto?
El lenguaje corporal de los perros es mucho más complejo y específico de lo que muchas personas creen. Bolaño explica que pequeños gestos, como un lamido de nariz, un giro de cabeza puede expresar calma mientras que el llamado “ojo de ballena”, puede ser una señal de incomodidad, miedo o ansiedad. Sin embargo, estas expresiones suelen pasar desapercibidas o interpretarse de forma incorrecta. Incluso comportamientos que parecen indicar felicidad, como ojos entrecerrados y boca abierta, pueden ser en realidad signos de estrés.
Del mismo modo, la creencia popular de que un perro que mueve la cola está contento no siempre es cierta. El contexto, la posición y la rigidez de la cola también juegan un papel fundamental en su significado.
Cada perro, un mundo emocional único
Una de las autoras del estudio destaca que la personalidad de cada perro, y por lo tanto sus expresiones emocionales, son únicas. Para probar esto, los investigadores mostraron a los participantes vídeos de perros desconocidos cuyas situaciones emocionales habían sido manipuladas. Bolaño menciona que “si el vídeo fuera de nuestro perro, en vez de un desconocido, seguro que nos sería mucho más fácil identificar la emoción”. Además pone en relieve que la convivencia con nuestros perros, consigue un entendimiento que es único para cada relación.
Esto confirma que la interacción constante entre humanos y perros no solo fortalece el vínculo afectivo, sino que también afina la capacidad mutua de interpretación emocional. Así, lo que para un perro puede ser una señal de alerta en un contexto general, en su entorno familiar puede tener un significado completamente distinto, ajustado a la dinámica específica con su humano.
¿Cómo podemos aprender su lenguaje?
Desde la Canina recomiendan acudir a educadores caninos certificados que trabajen con metodologías respetuosas y actualizadas, además de formarse a través de libros y recursos divulgativos fiables. La clave está en observar con atención, respetar el ritmo del perro y dedicar tiempo a fortalecer el vínculo.
Según Pepe Bolaño, “aprender su lenguaje es también una muestra de respeto y responsabilidad hacia él. Recordemos que el vínculo se construye día a día: cuanto más tiempo pasamos con nuestro perro, más lo conocemos y más afinada está nuestra interpretación de sus emoción».