Algunos consejos para afrontar el cambio de estación
Todos los cambios de estación suponen variaciones repentinas de temperaturas y con la entrada del otoño, en particular, podemos vivir importantes bajadas en los termómetros. Esto ocurre, especialmente, en las primeras y últimas horas del día y coincidiendo con los necesarios paseos que hacemos con nuestros perros. El frío y la humedad, característicos de las fechas otoñales, pueden convertirse en posibles peligros para ellos. Sin las precauciones necesarias, esto puede ocasionar una bajada de sus defensas naturales, siendo más vulnerables y propensos a contraer enfermedades, incluso a sufrir cambios en su comportamiento; como en su humor.
Sin embargo, no es algo que, a priori, nos deba preocupar. El Síndrome Afectivo Estacional es común y afecta, tanto a los animales como a las personas, y se intensifica en los meses del año con menos luz, como la época otoñal. La llegada de temperaturas más frescas y la duración más corta de los días, especialmente tras el cambio de hora a finales de octubre, son fenómenos con un componente emocional. Podemos observar, durante el otoño, cambios en su estado de ánimo. Un perro más cansado de lo habitual o con más tristeza de la que suele exhibir no debería preocuparnos en exceso.
Durante estos cambios estacionales, también podemos comprobar alteraciones en el pelo. Aunque éste sea un factor que depende de cada raza, por lo general, los perros mudan siempre su pelaje ante los cambios de clima. Por ello, para que se adapten mejor al comienzo del otoño, también es necesario cuidar su pelo. Un buen lavado diario y un cepillado con fuerza fortalecerán su cuero cabelludo.
Los paseos otoñales con tu perro pueden ser momentos muy especiales, pero es importante ser consciente de los peligros estacionales que podrían ser perjudiciales para él. El otoño se caracteriza por una imagen del entorno lleno de hojas secas, pero también por la proliferación de muchos frutos propios de la época. Por ejemplo, castañas y bellotas, que conviene mantener lejos de nuestros perros. Principalmente las segundas, ya que contienen taninos, y pueden resultar muy tóxicas para ciertos animales. Las castañas no son tan letales, incluso pueden ser buenas en pequeñas dosis. Pero si no las pelamos antes, su cáscara dura y áspera pueden provocar vómitos, diarrea o malestar estomacal. Y, por supuesto, si hay un alimento que debemos mantener lejos de los perros a toda costa, esos son los hongos que suelen causarles malestar estomacal e incluso pueden ser mortales. Durante los paseos diarios se debe tener estas precauciones y, si un perro come una seta u hongo, es importante llevar al animal al veterinario inmediatamente, junto a una foto o una muestra de lo que haya comido.
A todas estas recomendaciones, añadimos una buena alimentación y, por supuesto, la visita a su veterinario. El especialista comprobará que el estado de nuestro perro es satisfactorio, tras la vuelta del verano y las vacaciones. Verificará que está correctamente desparasitado, que tiene su cartilla de vacunas al día y que podemos empezar esta nueva estación, cumpliendo sus recomendaciones y con tranquilidad.
COMUNICACIÓN RSCE